Así nacieron las fakes news en Estados Unidos

| 10 ENERO 2018 | ACTUALIZADO: 11 ENERO 2018 9:42

La historia de las «fake news» en Estados Unidos surge en paralelo al nacimiento del país, poco después de llevarse a cabo la Primera Enmienda de su Constitución, en el siglo XIX.

A partir de las elecciones presidenciales de 2016 donde salió vencedor Donald Trump, una ola de escándalos de noticias falsas hizo tambalear los pilares del periodismo. Parece ser que hubo una serie de informaciones que perjudicaban a la candidata demócrata a la Casa Blanca, Hillary Clinton, y que se transmitieron tanto a través de medios de comunicación como por redes y plataformas sociales.

Junto a esto, filtraciones como las realizadas por Wikileaks poco antes de la votación electoral mostrando ciertas irregularidades en las maniobras de Clinton, pretendían acabar propiciando la victoria a Trump. Frente a la cantidad de desinformación en circulación, el Congreso estadounidense ha creado una comisión especial para luchar contra ellas, en las que participan activamente firmas como Facebook y Google.

Estados Unidos es el ejemplo perfecto de país donde la prensa se erige como cuarto poder. El propio Benjamin Franklin advirtió de la función de la prensa como «corte de la opinión pública, ejerciendo un enorme poder no oficial». Desde los albores de su fundación, apostaron por la libertad de prensa por encima de todo y un panorama de medios descentralizado. Estos principios se han mantenido -con mayor o menor fervor- durante toda su historia.

Thomas Jefferson: «Estoy a favor de la prensa y en contra de todas las violaciones de la Constitución silenciadas a la fuerza»

Pero las «fakes news» ligan su surgimiento al del establecimiento de la Primera Enmienda en la Constitución. Los Padres Fundadores del país, conscientes del poder de la prensa, incluyeron la protección de los medios en la enmienda y en la Declaración de Derechos de 1776. Pero no se olvidaron de las consecuencias que esta incorporación podía acarrear, dándoles a los difamadores su mejor soporte para publicar mentiras.

Uno de los primeros casos de desinformación tuvo lugar con la aprobación de la Ley de Extranjería y Sedición bajo el mandato presidencial de John Adams. Numerosos escritos falsos aparecieron a lo largo y ancho del país, obteniendo repercusiones negativas en la opinión pública. Las represiones fueron ejemplares, afectando tanto a los periodistas fraudulentos como castigando al Partido en el Gobierno (el Federalista) a su desaparición.

A pesar de todo, se apostó por la prensa libre. Uno de sus defensores fue Thomas Jefferson, quien en una carta se posicionaba «a favor de la prensa y en contra de todas las violaciones de la Constitución silenciadas a la fuerza».

La máxima que ha quedado reflejada para la posteridad podría definirse como «la libertad por encima de cualquier censura». Con la misma importancia, los Padres Fundadores establecieron una descentralización de la prensa que evitase cualquier arbitrariedad y tiranía por parte de un controlador -que también se ha mantenido viva hasta la actualidad.

Los casos más importantes

La información fraudulenta y tendenciosa protagonizó uno de los titulares más sonados de toda la historia del periodismo. El 15 de febrero de 1898, en plena Guerra hispano-estadounidense en la que España se jugó la pérdida de Cuba, tuvo lugar una explosión en el USS Maine en el que perdieron la vida 266 tripulantes americanos. William Randolph Hearst, dueño del New York Journal y uno de los periodistas más ampliamente conocidos y estudiados, tituló el suceso como: “La destrucción del Maine fue la obra de un enemigo”.

Con este titular, Hearst atacó directamente a los españoles, culpándoles de haber provocado el suceso con el lanzamiento de un torpedo submarino. La información era totalmente falsa y años después se reveló que la explosión se había producido desde el interior del propio barco, pero Hearst nunca rectificó y causó una de las crisis más graves durante el conflicto bélico.

No pasarían muchos años del que ha sido calificado como el «Fraude del Siglo», publicado en el New York Journal. El protagonista aquí fue el periodista y corresponsal de la cabecera en Moscú, Walter Duranty, también poseedor de un Premio Pulitzer. Durante el genocidio del Holodomor durante los años 1932 y 1933 más de 7 millones de ucranianos fallecieron por culpa de la hambruna.

La historia verifica que Josef Stalin, líder durante aquellos años de la Unión Soviética, elevó desorbitadamente los precios del grano en Ucrania para sofocar un nacionalismo creciente. La consecuencia principal fue la inanición generalizada en el territorio, debido a la severidad con que la NKVD vigiló al campesinado para que no tuviese formas de obtener alimento por otras vías.

Los hechos no fueron así relatados por Duranty, quien simpatizaba con el partido bolchevique y buscaba favores del régimen. La causa de las muertes fue descrita como «enfermedades por malnutrición» y se encargó de alabar la modernización del régimen. Por aquellos tiempos, el Times gozaba de tal credibilidad que hasta el propio presidente Franklin D. Roosevelt expidió un reconocimiento diplomático a la URSS.

El corresponsal fue criticado abiertamente por su actividad, llegando a ser definido por Sally J. Taylor como «El apologista de Stalin». Varios analistas apuntan a que el periódico conocía el engaño y mantenía Duranty en el cargo para seguir obteniendo información de este tipo. El caso presenta la magnitud del calado de las «fake news» en la estructura estadounidense, que sin embargo no ha acabado con la defensa de la libertad de prensa por parte del pueblo norteamericano.