Marc Amorós, periodista y autor del libro Fake News.

Marc Amorós: «No todos los nuevos medios digitales han nacido para informar»

| 17 JUNIO 2019 | ACTUALIZADO: 18 JUNIO 2019 8:59
Telmo Avalle

Marc Amorós lleva dos décadas ejerciendo el periodismo. Tras tocar todos los palos, hace un año publicó el libro ‘Fake News’. La verdad de las noticias falsas, un libro que analiza en frío un fenómeno cada vez más candente.

DIRCOMFIDENCIAL conversa con el periodista acerca de su proliferación y el grado de responsabilidad de los medios de comunicación.

¿Se ha creado una cultura en torno al fenómeno de noticias falsas? ¿Cuáles serían sus rasgos?

Más que una cultura se ha creado una industria que usa la creación y difusión de noticias falsas para introducir temas en la conversación social o para explotar al máximo temas clave en unas elecciones como es el caso de la inmigración, el feminismo o la seguridad ciudadana. A nivel social creo que cada vez somos más conscientes de la existencia de las noticias falsas y poco a poco veremos dar pasos hacia una mayor acción contra el fenómeno.

La cultura de lo fake, que también ha venido a llamarse era de la posverdad, se caracteriza por la imposición de un relato emocional a la hora de construirnos una explicación de la realidad. De hecho es una cultura que se basa en vestir de mentira la realidad para que ésta sea a gusto de cada cual. Es una cultura donde la emoción se impone a la razón y donde la búsqueda de información se ha convertido en la búsqueda y selección de solo aquellas noticias que confirman la visión del mundo de cada uno.

Algunos actores del sector de la prensa digital sugieren que una forma de ‘atajar’ el problema es señalando a los medios que no cumplen con su papel de prescriptor.

En España hemos asistido a una gran proliferación de nuevos medios de comuncación en el entorno digital. No todos estos nuevos medios han nacido para informar. Muchos de ellos, de hecho, se han creado para desinformar en una línea u otra de pensamiento. El problema es que señalarlos no consigue otra cosa que darles aún más visibilidad y regalarles la excusa de construirse un discurso victimista. Dirán que los demás les señalan por miedo y porque quieren silenciar la auténtica verdad de las cosas que es lo que ellos cuentan. Todos estos medios desinformadores no serán nunca de grandes masas, pero sí pueden serlo de grandes minorías que cerrarán siempre filas en torno a ellas y que el hecho de verse atacados los hará todavía más creyentes en sus noticias.

«Sería mejor opción que los medios prescriptores de buena información apuesten por visibilizar la calidad de sus noticias y hagan valer este producto»

Creo que sería mejor opción que los medios prescriptores de buena información apuesten por visibilizar la calidad de sus noticias y hagan valer este producto a sus lectores/consumidores. Sólo haciendo valer el buen periodismo podremos luchar contra las noticias falsas. Y obviar a los medios desinformadores para no darles posibilidad de abrirse hueco a base de victimismos.

¿Cree que la ‘erosión’ de la publicidad convencional guarda alguna relación con el fenómeno de la desinformación?

La publicidad fue la primera en adoptar relatos emocionales para vender su producto. Ahora lo hacen las noticias falsas. La publicidad debe andar ahora por un camino nuevo y de hecho ya algunas marcas lo están haciendo. Buscan crear anuncios comprometidos con ciertos valores sociales, buscar crear engagement a partir de este posicionamiento y buscan crear el enlace emotivo para con los consumidores no tanto en venderles relatos emocionales que parecen cuentos inventados sino a través de relatos que transmitan honestidad y compromiso.

«La publicidad debe andar ahora por un camino nuevo y de hecho ya algunas marcas lo están haciendo»

Usted sí establece una relación con el llamado periodismo ciudadano. ¿Podemos partir de que la intención de los medios nunca es del todo buena?

Los medios deberían aspirar siempre a la independencia económica para alcanzar la independencia informativa. Hasta que esto no pase, todos sabemos que los medios responden a un juego de intereses. El periodismo ciudadano es bueno en tanto que puede facilitar el acceso del periodismo a zonas opacas, silenciadas o simplemente ignoradas. Pero siempre debe haber tras el periodismo ciudadano el chequeo, la comprobación y la construcción del relato informativo por parte del periodista profesional. Y éste debería ser lo más independiente posible para garantizar que su información responde en realidad a la verdad de los hechos.

¿Cuál es la responsabilidad de los medios de comunicación respecto a lo que las marcas ocultan por su propio interés?

Evidentemente los medios viven de la publicidad y la necesitan. El poder de las marcas a la hora de silenciar informaciones que no les conviene es histórico. El anunciante siempre se cree en el derecho de intentar presionar al medio de comunicación de turno para silenciar informaciones que no le conviene. ¿Qué responsabilidad tiene el medio aquí? Bueno, la utopía siempre dice que el periodismo debería ejercer ese poder de dar a conocer un relato digamos fidedigno más allá de los interese económicos de una empresa. Pero claro, cada medio forma parte de una empresa, que a su vez tiene sus propios interés. Así que entramos en una dualidad en la que publicitar una información va en contra de los intereses de uno u otro.

Es complicado, pero cada medio reaccionaría de una manera. Cierto que en el caso de las marcas  negras no es ilegal esta práctica, entonces, ¿hasta qué punto tiene que denunciar el periodismo algo que no incurre en una legalidad para que las marcas pasen a ser más transparentes y honestas? Creo que es un papel que a lo mejor no deberían jugar los medios de comunicación, sino que debe jugarse desde otros ámbitos: desde la industria a la universidad, las instituciones, de apostar por una regulación.

Si como dice dentro de unos años la mitad de la noticias serán falsas, ¿no quiere decir que la calidad ha dejado de ser relevante?

La calidad informativa se ha devaluado muchísimo. Ahora estamos haciendo un ejercicio desde el periodismo para recuperar la calidad informativa. Pero ahora mismo está en un ecosistema muy distinto al de hace 30 años, cuando había un solo emisor de información. Internet cambia al paradigma y lega una sociedad de masas que es incapaz de digerir toda esa información, básicamente porque internet siempre premia la cantidad del tráfico, no su calidad. Por tanto, la calidad se está viendo muy afectada.

Y los medios están reaccionando contra esto porque se han dado cuenta de la importancia de recuperar la confianza. Los primeros pasos en este sentido son la verificación de datos, que permiten entender lo que hace el buen periodismo, pero habrá que dar más pasado para que la sociedad empiece a hacer algo, como indicadores de que la información no puede se gratis. Cuesta dinero y hay que pagar por estar bien informado. Debemos hacer un esfuerzo económico. Con los producos pasa algo parecido.

El paso al pago será un punto de inflexión, pero ¿cómo afecta el hecho de que los medios estén de retirada en el campo de las redes sociales?

El campo abierto de las redes sociales ya existe. Las noticias falsas han existido siempre. Pero hoy en día las plataformas favorecen la difusión de esas noticias. El terreno de juego ha cambiado mucho, se juega en un campo abierto donde todo el mundo puede ser emisor y receptor a la vez.

Ahora los medios empiezan a superar la tiranía del click, y aquí es donde empezamos a entrar en los muros de apago, donde se comprometen a tener bien informado al lector a cambio de un pago, porque la publicidad no sostiene todo el negocio. En Estados Unidos desde que Trump es presidente las suscripciones en publicaciones online han crecido mucho. Y en Europa empiezan a haber medios que sacan beneficio, como The Guardian. Esta es la apuesta, pero tiene que ser decidida.

Pero me refería más bien a si los medios están renunciando a dialogar con los lectores o sacarles de la incertidumbre en estas plataformas.

Pero hay otros foros para dialogar con los lectores que no sean Twitter o Facebook. Las noticias falsas van de retirada en estas plataformas y se van a Whatsapp y Youtube. Principalmente a la primera, porque es una plataforma cerrada, donde no puede ser controlada de forma externa, y por tanto tienen un campo todavía más abierto para la difusión.

Desde mi punto de vista el periodismo no debe estructurarse bajo la responsabilidad de verificar la información que se difunde a posterior de su difusión. El periodismo debe adquirir el compromiso de difundir solo aquella información que ya está verificada previamente. Ahí se basa la confiabilidad del lector, en que todo lo que publica cumple con unos parámetros de veracidad y por tanto hay un compromiso para que no se cuelen informaciones con un relato falso.

La verificación de datos está siendo el primer elemento a través del cual el periodismo visibiliza socialmente el trabajo que hace, pero no ha nacido para verificar a posteri. Nace para ser difusor de un relato cierto de las cosas que acontecen en base a hechos y no a opiniones. Básicamente contar a gente real lo que realmente sucede. Y cuando los consumidores perciban esto, confiarán en el medio.

¿Las noticias falsas no tienen cabida en un espacio de absoluta transparencia?

Un espacio de absoluta transparencia puede ser la cortina de humo ideal para la circulacion de noticias falsas. Decirnos como sociedad que ahora todo sucede de forma transparente y que por tanto todo es confiable, puede abrir la puerta a que las noticias falsas campen a sus anchas y se aprovechan de una sociedad conformada. Garantizar transparencia no es sinónimo de ser honesto y mucho menos de ser confiable en la difusión de información. Más que un espacio de absoluta transparencia lo que tendríamos que construir es un espacio de absoluta honestidad respecto a la información.