Fernando GalvacheFernando Galvache.

Fernando Galvache: Un año muy intenso para la Inteligencia Artificial

| 31 ENERO 2024 | ACTUALIZADO: 31 ENERO 2024 10:49

Este ha sido un año intenso para la IA. Desde que OpenAI lanzó ChatGPT en noviembre de 2022, han ocurrido muchas cosas y se ha escrito mucho sobre ello, aunque para mí ha sido una especie de ‘déjà vu’ de mis tiempos de estudios predoctorales en la Universidad de Córdoba, investigando técnicas de diagnóstico rápido basadas en la Reacción en Cadena de la Polimerasa (PCR) y la manipulación genética. Era una época de grandes esperanzas y temores: las promesas de una biotecnología avanzada se entremezclaban con el miedo a los productos transgénicos y los patógenos artificiales. La carrera por secuenciar el genoma humano estaba en su apogeo, con laboratorios privados intentando patentar ciertos genes. La crítica a la manipulación genética era feroz, con algunos profetizando el fin de la humanidad por su uso indebido.

A lo largo de los años, se legislaría intensamente sobre las cuestiones éticas y morales de la manipulación del ADN. Hoy, estas técnicas son ampliamente aceptadas y han sido fundamentales para el desarrollo de vacunas contra el Covid, aunque siguen generando debates éticos. Por ejemplo, la edición genética CRISPR-Cas9, una técnica que permite modificar el ADN con precisión, ha generado tanto esperanzas en la cura de enfermedades genéticas como preocupaciones éticas sobre la modificación de embriones humanos.

Hace un par de años, decidí estudiar un máster en Inteligencia Artificial (IA), mi otra gran pasión. Durante mis estudios, me fasciné con el potencial de GPT-3, presagiando una revolución en la IA. Sin embargo, la llegada de ChatGPT en 2022 superó todas mis expectativas. Este modelo de lenguaje ha visto una evolución rápida y una adopción en múltiples sectores, desde la asistencia en la escritura creativa hasta aplicaciones en el servicio al cliente.

En noviembre de 2022, OpenAI lanzó ChatGPT, marcando un punto de inflexión en el campo de la IA. Este modelo de lenguaje ha experimentado una evolución rápida y una adopción en múltiples sectores. Este período ha estado marcado por inversiones significativas y la aparición de competidores como Bard y Gemini de Google y LLaMA de META, y de algunos en el campo de la imagen como DALL-E, Midjourney y Stable Diffusion, entre otros muchos. Este rápido desarrollo, sin embargo, ha generado preocupaciones éticas y debates intensos. Figuras como Elon Musk y Yuval Noah Harari han pedido una pausa en su desarrollo, temiendo posibles consecuencias no intencionadas. Las respuestas globales han sido variadas, con regulaciones e investigaciones emergiendo en varios países.

En este contexto, veo un paralelismo intrigante entre la biotecnología y la IA. Ambas se encuentran en la intersección de la promesa y el temor, pero la era digital ha amplificado estas emociones a través de las redes sociales, una plataforma inexistente en los días de mis investigaciones iniciales. Mustafa Suleyman, en su libro «La Ola que Viene», captura este espíritu de cambio y desafío, reflejando mis dos grandes pasiones. Predice que la próxima década estará marcada por innovaciones que transformarán nuestras vidas.

Estos avances en la Inteligencia Artificial han transformado nuestra interacción con la tecnología, elevándola de una mera herramienta a un socio creativo y colaborador. Un informe de McKinsey Global Institute señala que el 30% de las tareas en la mayoría de las ocupaciones podrían ser automatizadas para 2030, resaltando la importancia de la IA en los procesos empresariales. Además, un estudio de PwC predice que la IA podría aportar hasta 15,7 billones de dólares al PIB mundial para 2030.

«Estos avances en la IA han transformado nuestra interacción con la tecnología, elevándola de una mera herramienta a un socio creativo y colaborador».

El desarrollo de políticas sólidas es esencial para una integración exitosa de la IA. Estas políticas deben incluir la formación continua de los empleados y establecer directrices claras sobre privacidad y seguridad de datos. La colaboración con reguladores y expertos en ética es fundamental para un desarrollo beneficioso para la sociedad en su conjunto.

En conclusión, la IA representa una nueva era de innovación empresarial que debe integrarse de manera rápida, pero responsable. Con políticas bien pensadas y un enfoque ético, podemos asegurar que la IA impulse el desarrollo económico y mejore la calidad de vida a nivel mundial.

Mirando hacia el futuro de la IA con anticipación y respeto, es evidente que, al igual que la biotecnología revolucionó sectores como la medicina, la IA tiene un potencial transformador en todos los aspectos de nuestra vida empresarial y social. Este es un futuro lleno de posibilidades y desafíos, pero, sobre todo, de esperanza en nuestra capacidad de utilizar la tecnología para un bien mayor. La IA no es solo una tendencia pasajera, es un catalizador de cambio y progreso, un camino que debemos recorrer con cautela, pero con convicción.