El tráfico que deriva X a grandes medios de EEUU se desploma un 24% en un año

Los diarios más importantes de EEUU se preparan para una nueva generación de directores

| 29 ENERO 2021 | ACTUALIZADO: 31 ENERO 2021 17:22

El año en curso viene marcado en EEUU por el relevo en la Casa Blanca, pero también por la llegada de nuevos directores a los principales medios del país. The Washington Post y Los Angeles Times ya están en el proceso de selección de nuevos responsables, y es probable que en los próximos meses suceda lo mismo con The New York Times.

En todos esos casos el cambio se corresponde con la retirada del director en ejercicio por motivos de edad, con lo que una nueva generación puede asumir las riendas en un momento político y social especialmente convulso que tensa las redacciones. Y además los cesantes legarán a sus sucesores organizaciones muy diferentes a las que les fueron entregadas, tanto para lo bueno como para lo malo.

Martin Baron, que en 2013 se puso al frente de The Washington Post, ha anunciado su retirada unos meses después de cumplir los 66 años. Será efectiva el 28 de febrero y para entonces el periódico tendrá prácticamente el doble de periodistas de los que empleaba a su llegada y el máximo de su historia. Ese hito explicaría por sí solo su salida con honores, pero va acompañado de una transformación digital modélica que incluye una pata de tecnología que licencia a otros medios y un boyante negocio armado en torno a más de tres millones de suscriptores.

Si el relanzamiento de The Washington Post vino de la mano de su compra por parte de Jeff Bezos, el médico Patrick Soon-Shiong quiso hacer lo mismo con Los Angeles Times en 2018. En cuanto se formalizó la adquisición nombró director a Norman Pearlstine, que volvió de su jubilación para hacerse cargo de la histórica cabecera con 76 años. Pero su breve etapa de gestión ha quedado marcada por una información del propio diario en la que se explicaba que sus capacidades de gestión eran cuestionadas y que sus maneras no eran apreciadas internamente. Unas semanas después presentó su dimisión, pero fue rechazada hasta que Los Angeles Times encontrara un relevo adecuado. Eso no ha sucedido aún y de momento dos subdirectores se encargan de la gestión diaria.

The Washington Post y Los Angeles Times ya están en el proceso de selección de nuevos responsables, y es probable que en los próximos meses suceda lo mismo con The New York Times.

Pero el movimiento más esperado en la industria de los medios en EEUU es la retirada de Dean Baquet. El actual director de The New York Times cumplirá 65 años a lo largo de 2021 con lo que llegará a la edad de retirada habitual para alguien que ocupa ese cargo allí. Su nombramiento en 2014 coincidió con la filtración del famoso informe que planteaba cuestiones clave que el periódico debía afrontar para triunfar en la era digital y a Baquet le correspondió pilotar una redacción en transformación.

Seis años después, lidera un periódico con más de seis millones de suscriptores digitales cuya contribución ya es mayor que la de los suscriptores a la versión en papel. Pero también está al frente de una redacción en la que hay visiones encontradas sobre lo que el periodismo es o debe ser en un contexto de polarización ideológica y batalla cultural, con conflictos internos recientes como el que se saldó con la dimisión de James Bennet como jefe de Opinión. Su salida redujo la terna de candidatos a reemplazar a Baquet, ya que se le atribuían opciones de heredar su cargo.

Los sucesores de todos ellos operarán en un ciclo nuevo en el que el comportamiento de las suscripciones es incierto tras el final de la presidencia de Donald Trump, que ayudó a dispararlas, y la confianza en medios se encuentra en niveles muy bajos como fruto de la polarización. El movimiento Black Lives Matter ha elevado la conversación sobre las desigualdades desde la calle a las propias redacciones, y eso se está sustanciando en auditorías de presencia de minorías o en nombramientos para garantizar diversidad e inclusión. Y los grandes medios afrontan el reto de contar lo que ocurre a estadounidenses que sienten que no hablan de ellos ni para ellos mientras contribuyen a un debate cada vez más amplio sobre cuestiones identitarias que generan desencuentros e incomprensión.